JUAN GERMÁN ROSCIO VIII, IX, X / FINAL
Caracas, julio 2020
Por Rafael Arraiz Lucca
VIII
LOS AVATARES DE LA EDICIÓN
La edición venezolana dela obra representa una historia en sí misma y merece ser referida. Siendopublicada por primera vez en Filadelfia en 1817, luego se reedita en la misma ciudaden 1821 y una tercera edición en la misma urbe es de 1847. En México se imprimepor primera vez en 1824, luego en 1828, y después en 1857. La primera ediciónvenezolana es de 1953, gracias al empeño de Pedro Grases, quien la compila y leencarga el prólogo a Augusto Mijares. La edición con la que trabajo es la másreciente, la publicada por la Biblioteca Ayacucho en 1996. Grases consiguió enla librería Dolphins,de Oxford, un ejemplar de la obra y se lo llevó a Venezuela. Con ese ejemplarpudo imprimirse la primera edición venezolana, como dijimos, en 1953. Es decir,136 años después de impresa por primera vez. A partir de aquí, caben algunasinferencias.
Recordemos que Roscioregresa a Venezuela después de su prisión en Ceuta y su paso por Jamaica yFiladelfia. Es de suponer que trajo ejemplares de su obra o que le llegarondespués y los repartió entre interesados y amigos, pero no contamos con muchainformación al respecto, más allá de algunas cartas en las que hace referenciaa su libro. Sabemos que Bolívar, por ejemplo, leyó la Historia de la revolución de larepública de Colombia y la América meridional de JuanManuel Restrepo porque así se lo comenta a Louis Perú de Lacroix en el Diario de Bucaramanga, peroignoramos si leyó a Roscio. Es poco probable que el autor no le haya entregadoa Bolívar en Angostura, en 1819, un ejemplar de su libro.
En cualquier caso, ningúncomentario bolivariano conocemos, así como ningún otro de algún probablelector. Tampoco conocemos alguna queja de Roscio de tan indiferente acogidapara una obra de tanto peso teórico. Por el contrario, las veces que mencionasu libro en cartas, lo hace con una humildad conmovedora, como si se tratara deuna obra miscelánea o secundaria. Por otra parte, se nos dirá: estaban en guerra,no estaban para lecturas de peso. Es cierto, pero la guerra culmina en laAmérica española en 1824, con la batalla de Ayacucho, y luego en tiempos de paztampoco se cuentan con alusiones al libro.
ASUNTOS PERSONALES
IX
Indaguemos ahora enaspectos de su vida personal. Sabemos por carta enviada por Roscio a FranciscoCarabaño el 17 de julio de 1820, que tenía un hermano sacerdote en Cádiz,llamado José Félix, quien antes había sido Vicario de Puerto Cabello. Sabemosque Don Juan Germán estaba casado con Doña Dolores Cuevas, natural de Cádiz, yque contrajo nupcias en mayo de 1819, ya en Venezuela. Todo indica que el amornació en Ceuta, ya que entonces los presos tuvieron la ciudad por cárcel y lasposibilidades de establecer vínculos, estuvo presente. Ignoramos por qué lapareja tardó tres años en reunirse, pero suponemos que los rigores jamaiquinosy filadelfinos les impidieron juntarse. Recordemos que Roscio no contaba conbienes de fortuna y estuvo alborde de la mendicidad en el exilio. Difícilmente podíahacer venir a su prometida, cruzando el Atlántico.
También, gracias a untestamento que firma en Filadelfia, el 14 de abril de 1818, cuando estabapostrado al borde de la muerte, sabemos que sólo un hermano tenía y que nohabía procreado. Sospechamos que su hermano murió en España, al igual que sumujer, que suponemos regresó a la península una vez fallecido Roscio en Cúcuta.El apellido no pudo trascender en Venezuela y desapareció, ya que los dosúnicos varones no dejaron descendencia.
Sin embargo, circula laespecie de que una mujer en 1889, muchos años después, solicitó pensión algobierno venezolano, aduciendo ser hija de Roscio, pero parece poco probableque haya procreado una hija sin que nadie se haya enterado. De modo que nopodemos otorgarle crédito. Tampoco hallamos rastro venezolano de la viuda, poreso estimamos que regresó a España.
Podemos organizar la vidade Roscio en cuatro etapas. La primera de la infancia y la adolescencia, entre1763 y 1774, año en que se muda a Caracas, a los once años. La segunda, deformación, entre 1774 y 1800, cuando culmina estudios de Derecho Civil, tiene37 años y está en pleno juicio en la Real Audiencia. La tercera, entre 1800 y1809, año en que deja de trabajar para la Capitanía General de Venezuela ycomienzan a aflorar sus ideas republicanas. La cuarta, entre 1809 y 1821, entresus 46 y sus 58 años, donde se entrega plenamente a la causa republicana yconoce la cárcel, el exilio y redacta su obra fundamental.
X
APUNTES FINALES
¿No es de una perfectalógica que el autor y el libro más importante del período de la gestaindependentista sean muy poco conocidos en un país doblegado por la infaustaimpronta militar? ¿Qué lugar reservó la historiografía oficial, a veces máscercana de la teología que de la historia, para un abogado que, para colmo, erafederalista, lo que es lo mismo que decir antibolivariano? Pues un lugarmuy exiguo en la mitología republicana. Era civil, no era militar. ¿Dónde seubica a un hombre de ideas, leyes y constituciones en un universo imantado porla magia guerrera? Si llegan a veinte los venezolanos que han leído su obra,exagero; en los países hermanos del continente rara vez han escuchado sunombre, mucho menos la existencia de su libro.
Bello y Roscio comparten lugar enel altar del imaginario colectivo: gente de ideas, no de acción. Menudo pecadoen una sociedad sacudida por infantilismos crónicos. No obstante la similitud,el legado de Bello es de mayor magnitud que el de Roscio, naturalmente, lo que hacede su posición secundaria en el panteón patriótico venezolano una falta máselocuente.
La memoria de lospensadores liberales y federalistas en Venezuela ha sido sistemáticamenterelegada en aras del centralismo autoritario. Dos ejemplos bastan para confirmarlo que afirmamos: Roscio y Cortés de Madariaga. El peso de Bolívar y su credocentralista, que abrazó la Presidencia Vitalicia y hereditaria en laConstitución de Bolivia de 1826, ha sido de tal dimensión que quienesprofesaban un liberalismo más ortodoxo pasaron a segunda fila. No sólo en sutiempo sino en la memoria histórica. De esa injusticia ha sido víctima Roscio,el civilista republicano mejor formado de su tiempo, el autor de mayor pesoteórico de los años de la gesta independentista.”
Tomadode EFECTO COCUYO