CONSTITUCIÓN Y SENSATEZ
Chile, 11 de diciembre 2020
Por Hernán Ferreira
“Estamos en tiempos turbulentos, en que el país
se sacude por revueltas en nombre de los pobres, de los desiguales, pero
azuzadas por gentes de buen pasar económico, y que no son tan iguales como
aquellos que dicen defender; gentes llenas de privilegios, entre los cuales
está el pensar revoluciones, pero no soportar sus nefastos resultados. Y para
completar el menú no pedido, enfrentaremos la redacción de una nueva Carta
Fundamental, en un ambiente de tensiones, de altas expectativas, de sueños paradisiacos
en un país de humanos, demasiado humanos, parafraseando a Nitzsche. Por eso de
cara al proceso constituyente, es necesario recordar que como norma jurídica,
una Constitución debe ser simple, entendible por los ciudadanos, pero a su vez,
permita generar un ambiente en que las personas puedan desarrollar sus mejores
potencialidades, su creatividad en el ámbito para que es apto, un desarrollo
económico amigable con nuestro medio ambiente, en fin, una norma que proteja a
los ciudadanos del poder casi incontrarrestable que tiene el Estado frente a
nosotros. Por eso una constitución que permita el mayor desarrollo posible al
individuo dentro de la comunidad, respetando siempre el despliegue de los otros
en esa misma comunidad, es deseable para nuestro país. La sensatez que proviene
de decir que los padres tienen el derecho preferente y primero de educar a sus
hijos, y que el Estado, salvo evidentes excepciones relacionadas con la
integridad física y/o psíquica de los menores, debe poner a disposición las condiciones
para que ello suceda. La sensatez que proviene de decir que la propiedad
privada es un derecho natural de cada ser humano, que como producto de su
trabajo y esfuerzo, ha podido comprar bienes para él y su familia, y que por
ello, le pertenecen por derecho propio, con la limitación de su función social,
pues el ser humano vive en comunidad. La sensatez de reconocer que la familia
es el núcleo fundamental de la sociedad, donde se conocen los primeros e
incondicionales afectos cuando somos bebés y niños, y que por ello, el Estado
le debe especial protección. La sensatez de reconocer que Chile es uno de los
países más homogéneos de Latinoamérica en su composición racial y cultural. La
sensatez de reconocer que las regiones deben tener mayor autonomía para tomar
decisiones locales, porque la complejidad de la sociedad chilena hace difícil
adoptar políticas desde Santiago, escuchando a unos cuantos orejeros, pero no a
la comunidad toda. La sensatez de querer que las familias chilenas dependan
económicamente del fruto de sus trabajos, y no de las dádivas, bonos y
beneficios que da el Estado, y que para ello, debe existir un vigoroso sector
privado que levante emprendimientos, que genere empleos, que haga avanzar a los
habitantes de este país. La sensatez de proteger la vida de toda persona humana
desde su gestación hasta su muerte, y respetar sus derechos que como humano,
hermano en esta Tierra, le corresponde. Chile necesita regresar a la
moderación, que no significa renunciar a nuestras ideas, y concepciones de la
sociedad, porque la historia se ha escrito con miseria, sangre y penurias
cuando se tornaron irreconciliables quienes detentaron cargos en nombre de
todos y para todos.
Tomado de diario EL PINGÜINO, Chile.