Crítica de las decisiones judiciales
Todas las manifestaciones culturales de un
pueblo deben estar abiertas a las posibilidades de un examen desde las más
variadas posiciones del espíritu. Esta posibilidad de libre examen constituye
el clima necesario para que el pueblo pueda progresar y cumplir en el mundo elevados
destinos. Sobre la voluntad y la inteligencia de quienes forjan en el tiempo de
la historia de una nación debe caer a cada instante la voz elevada y serena de
la crítica. Para que ésta sea fecunda y saludable, debe inspirarse en un noble
sentimiento de imparcialidad y justicia, hasta el punto de despertar en todos
los miembros de la sociedad la convicción de que al enjuiciar la conducta ajena
lo hace el crítico sólo movido por un alto ideal de perfección. La posición
crítica del espíritu humano es una inexorable exigencia de moralidad, por
tanto, ella solamente puede surgir y dar resultados provechosos cuando un
acendrado tesoro de virtudes cívicas ha hecho posible en la sociedad la
manifestación libre, consciente y serena de la voluntad y del pensamiento. Donde
no hay moralidad no hay opinión pública auténtica y valiosa, ni crítica
verdaderamente orientadora, ni noble anhelo de superación.